Costa Rica
Instituto Costarricense de Turismo


Suplemento del ICT- Enero 19, 2003.
Año 1 - Número 10
 
De visita en el pueblo
Sálgase de la rutina y practique un turismo distinto al que ha realizado hasta hoy. Humildes y esforzadas comunidades guanacastecas, tienen la clave para que usted viva la verdadera Costa Rica

¿Busca un lugar donde pueda conocer los rincones más auténticos de nuestro país, sin renunciar a la posibilidad de visitar los destinos tradicionales?

No lo piense mucho y decídase a redescubrir el sur de Guanacaste. En esta tierra, de excelente clima, lo aguardan hermosas playas, ardiente sol y mareas tranquilas, junto a varios de los proyectos de turismo rural comunitario más interesantes del país.

Enclavada en la Península de Nicoya, dicha región es un edén del turismo clásico y un verdadero paraíso del turismo rural comunitario, donde gentes sencillas pero emprendedoras le permitirán descubrir y vivir la auténtica Costa Rica.

Allí se desarrollan iniciativas perfectamente enlazadas con los intereses comunales, turísticos y la conservación del medio ambiente. Éstas funcionan en pequeños pueblos y le ofrecen al turista la posibilidad de disfrutar de nuestras riquezas naturales, al tiempo que ayuda a conservarlas.

Tales comunidades brindan una posibilidad diferente de hacer turismo, sin negar la opción de visitar destinos tradicionales, pues están bastante cerca de algunos de los centros más concurridos.

Comunidades solares

En las secas llanuras de la península nicoyana, camino a Guaitil, es posible conocer de cerca el uso de la energía solar para la cocción de alimentos. Se trata de un proyecto llamado La Casa del Sol, el cual impulsa la Fundación Sol de Vida.

Dicha fundación la integra un grupo de mujeres que se organizó para contribuir con la protección, y la conservación del medio ambiente mediante la construcción de cocinas solares, que son hornos de madera en los que es posible cocinar sin emplear electricidad, gas ni leña, ya que la única energía que necesitan es la proporcionada por el Sol.

El proyecto contempla un centro de exposiciones sobre las tecnologías solares y se ofrecen charlas acerca de su empleo y aplicaciones en Costa Rica (paneles, refrigeradoras, calentadores de agua).

La visita a este proyecto le permitirá degustar de una riquísima comida preparada en las cocinas solares, mismas que se elaboran con base en recetas debidamente probadas por sus propulsoras.

Este singular sitio es mucho más vibrante en febrero, debido a que durante ese mes los pobladores celebran una fiesta dedicada exclusivamente al uso de sus cocinas.
Las actividades se prolongan a lo largo de una semana y combinan aportes científicos populares con las contribuciones científicas académicas.

La montaña en la playa

En la cuenca hidrográfica del Río Nosara hay una reserva de 800 hectáreas con senderos y una gran biodiversidad.

Se le conoce con el nombre de Albergue Ecoturístico Monte Alto y dispone de cinco habitaciones equipadas con baños privados, así como bosques primarios, secundarios, charrales y potreros en regeneración.

El lugar fue creado por los hojancheños para restaurar el equilibrio natural en la cuenca del Río Nosara, garantizar la biodiversidad y el abastecimiento de agua en la zona.

Sus límites, además, albergan un jardín de orquídeas con especies nativas como la guaria morada, toritos, oreja de mula, mariposas y encyclias. También sobresale la presencia de aves residentes y migratorias (106 identificadas), senderos, variedad de flora y fauna, cataratas y un mirador con una espectacular vista al Golfo de Nicoya, las bajuras guanacastecas y las costas del sur.

Monte Alto facilita, asimismo, el disfrute de ricas comidas típicas, noches a la luz de la luna con marimbas y bombas guanacastecas, o tours nocturnos y diurnos para ver la vegetación y los animales regionales.

También se organizan visitas a un trapiche, un museo de vestigios históricos, restos de asentamientos agrícolas del siglo XIX, plantaciones y procesos productivos de café, hortalizas y dulce.

Comunidad sostenible

En el Hotel Punta Islita se desarrolla una experiencia cultural y comunal única, cuyo eje diferenciador es el arte.

Allí se impulsa un encuentro cultural entre los más importantes artistas contemporáneos costarricenses con los pobladores de Islita, muchos de los cuales laboran en dicho complejo turístico.

Esto es posible gracias a que el hotel identificó y seleccionó a varios de nuestros actuales artistas con probada proyección internacional (acuarelistas, fotógrafos, actores, músicos y diseñadores), para que interactúen con los habitantes de la citada comunidad.

De esa manera se propicia el surgimiento de nuevos lenguajes creativos y se contribuye a fortalecer la identidad de la zona.

La experiencia funciona en dos vías: le permite a los creativos pobladores entrar en contacto con los artistas urbanos, y a éstos regresar a sus raíces para encontrar valores de la cultura rural de nuestra nación.

Madre tierra

De las manos creadoras de los artesanos de San Vicente cobran vida vasijas, porongos, comales, ollas, jarrones, tazas, cafeteras y platos delicadamente decorados.

Estas creaciones conservan el estilo de la artesanía desarrollada por los antiguos chorotegas y es una de las más tradicionales hechas en Costa Rica.

Los pobladores de San Vicente toman la arcilla de vetas locales, la modelan y tornean. Lo hacen de acuerdo con una técnica, transmitida de generación en generación, que les permite transformar la materia prima en verdaderas piezas de arte, las cuales ponen a la venta en sus casas.

La elaboración de esta artesanía fue tradicionalmente una labor de las mujeres, pero en la actualidad participan hombres, niños y ancianos, pues constituye la principal actividad económica del poblado.

Sin embargo, algunas familias complementan sus quehaceres con la venta de tortillas, pan casero y tamales.